LÚCIDOS BORDES DE ABISMO. MEMORIA PERSONAL DE LOS PANERO. LUIS ANTONIO DE VILLENA
Que la mirada
personal de Luis Antonio de Villena sobre el universo de la familia Panero haya
llegado a su segunda edición, reclama que vuelva a publicar mi lectura de dicho
libro que hice en su día.
La muerte del
poeta Leopoldo María Panero (1948-2014), supuso como su hermano Juan Luis
afirmó una vez un “fin de raza”. Y así es, todos los Panero están muertos,
Leopoldo Panero, el patriarca de las letras franquistas, Michi, el que paso más
desapercibido ante los focos, Juan Luis, que obtuvo un éxito tardío, Leopoldo,
el poeta maldito por excelencia de la poesía española, y Felicidad Blanc, la
esposa devota y madre abnegada, todos son ya poesía y memoria. Y Luis Antonio
de Villena se ha encargado de glosar la figura de la familia, en un tono muy
similar al acercamiento que hizo a la figura de Jaime Gil de Biedma, en aquel
“Retrato con flash de Jaime Gil de Biedma”. Un tono respetuoso ha sido el
empleado por Villena, que ha tratado a la familia por espacio de más de treinta
años y conoce bien a cada uno de sus integrantes. No encontrarán anécdotas de tono morboso, que
tanto abundan por desgracia, sobre la figura de Leopoldo María Panero, ni
confesiones íntimas de Juan Luis, el tono como hemos dicho, es discreto,
comedido. No se trata tampoco de un libro que intente hacer exégesis sobre la
obra de ambos poetas, sobre esa materia existe una abundante bibliografía, se
trata, de una semblanza de los personajes tal y como el autor los trató a lo
largo de tres décadas, aunque si se hacen unos apuntes, muy acertados por
cierto, sobre la poesía de ambos hermanos.
Si bien la
película de Jaime Chavarri, “El desencanto” (1976) mostraba cómo se descomponía
el modelo de familia franquista, uno de los pilares sobre los que se había
intentado construir la sociedad surgida después del fin de la guerra civil, lo
que mostraba el film era el fracaso de una institución, pero ese fracaso en
particular de los Panero como familia, y de su modelo en general, tan sólo era
un esbozo de la ruina y el fracaso que asolaría a todos y cada uno de sus
miembros, en los treinta años que siguieron a la película. Luis Antonio de Villena cita una frase de
Rafael Argullol que tal vez sirve para explicar la trayectoria de todos los
miembros del clan de los Panero: “Hay que desconfiar de aquellos que no han
descendido a los infiernos al menos una vez en su vida”; dicha estancia en los
infiernos puede extenderse a todos los miembros de la familia Panero sin
excepción, todos estuvieron en el averno con mayor o menor frecuencia.
Felicidad tuvo, primero que soportar a un marido borracho y dado a las juergas
con los amigos, el desdén de Juan Luis, el ir deambulando de hospital
psiquiátrico en hospital psiquiátrico por media geografía española, al cuidado
de su hijo loco Leopoldo, para al final de sus días morir sola en Irún; Juan
Luis conoció el fracaso y la derrota en el mundo de la literatura, y una
adicción al alcohol que estuvo presente a lo largo de toda su vida, sólo en la
década de los 80 y con el auge de aquello que se llamó “poesía de la
experiencia”, la obra de Juan Luis Panero fue rescatada de los arrabales de la
historia de la literatura, que era en donde por aquel entonces se encontraba.
Más críptica fue la figura de Michi, el único Panero que no se decantó por la
literatura, pero que según Villena, era un personaje absolutamente literario,
que no supo tal vez nunca, tomarle el pulso a la vida. Y qué decir de Leopoldo
María, no sólo descendió a los infiernos, sino que vivió en un perpetuo infierno
de enfermedad mental que fue destruyéndole a lo largo de los años. El fracaso y
ruina de los Panero, que invoca esa suerte de extraña belleza que tienen los
derrotados. No se glosa la figura de Leopoldo María Panero a la manera en que
se hizo en “El contorno del abismo. Vida y leyenda de Leopoldo María Panero”,
la biografía de Benito Fernández, donde Panero aparece mojando cruasanes en sucios charcos, sino que se retrata a un
joven tal vez excéntrico en exceso, más bien tímido, y dotado de un talento natural
para la poesía, pero cuya vida se vería definitivamente truncada por la
enfermedad mental, en la que vivió el
resto de su vida. Muy importante me parece destacar la apreciación que hace
Luis Antonio de Villena sobre la poesía de Leopoldo; no se trata de un mero
discurso trabado a base de imágenes irracionalistas producto de sus delirios
debido a su esquizofrenia paranoide, el discurso poético de Leopoldo María
Panero es perfectamente ordenado y responde a una particular cosmovisión, tal
vez una de las más personales de los últimos treinta años de poesía española.
Villena erige un retrato que tal vez era necesario realizar, para resarcir así
la figura del poeta maldito, y entroncarla posiblemente con la de un hombre que
tuvo que soportar altas dosis de sufrimiento a lo largo de su vida, y que, muy
posiblemente, tuvo gran parte de su lucidez, debido a él.
Peor parada
sale en esta memoria personal de los Panero que traza Luis Antonio de Villena,
la figura de Juan Luis Panero. A pesar de la intensa amistad que unió a los dos
poetas, Villena le retrata como un ser egoísta y egocéntrico, que se aisló
voluntariamente de sus hermanos, de los que no quiso saber nada durante toda su
vida. Muy interesante es también el hecho que resalta Villena de que ninguno de
los dos hermanos, ni Juan Luis ni Leopoldo, que tanto aludieron a la muerte y
al suicidio en sus respectivas obras, se suicidasen. Juan Luis que tantos
poemas dedico al suicidio y los suicidas, decidió apagarse poco a poco en su
refugio catalán, tal vez apurando a sorbos los tragos de una vida anodina, pero
al fin y al cabo vida, -hay tantas cosas que llamamos vida y que realmente no
lo son- y Leopoldo vivió en un perpetuo estado de suicidio, cada uno de sus
días fueron un suicidamiento.
Lúcidos bordes de abismo. Memoria personal
de los Panero, será un libro necesario para todos aquellos que quieran
tener una visión muy personal, la de Luis Antonio de Villena, sobre la saga,
que si bien será siempre una mirada parcial y subjetiva, completa a la
perfección la biografía existente de Leopoldo María y las memorias de Juan Luis
y Felicidad.
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