TRABAJO SUCIO. EVA VAZ
Las clasificaciones en diferentes
corrientes de la poesía a veces nos son ciertamente injustas y cuestionables,
pero nadie les puede negar el indudable valor que tienen para acotar el terreno
cuando hablamos de poesía y poetas. No soy dado a declaraciones grandilocuentes
ni a adjetivaciones rimbombantes ni excesivas; la poesía es la gran pasión de
mi vida, lo que ha determinado mis días en los últimos treinta años y cuando
afirmo algo en este género de la literatura es porque lo pienso y lo siento muy
profundamente y estoy absolutamente convencido de ello.
Por eso no me tiembla el pulso al
afirmar que la poeta Eva Vaz es en la actualidad la mayor y mejor representante
en nuestro panorama poético nacional, de eso que se ha venido en llamar poesía
confesional. Pero utilizar este adjetivo nos hace remitirnos a los grandes
poetas confesionales norteamericanos, Anne Sexton, Sylvia Plath, Robert Lowell
o John Berryman. Sin embargo, aunque influenciada por la lírica de todos estos
poetas, la vida de Eva Vaz, y como consecuencia, la poesía que practica es muy
diferente. Vaz compagina la escritura de un excelso poema con la cotidiana
preparación de la cena, no toma exquisitos martinis con vodka enfundada en abrigos
de pieles como Anne Sexton, sino que su dolor nos es más familiar, más
cotidiano, y por todo eso más cercano. No vayan a pensar ni por un instante siquiera
que nos encontramos ante una poeta maldita; nada más lejos de la realidad. Eva
Vaz es una mujer común más que sufre, ama y escribe, pero todo lo hace con la
exquisita sensibilidad de un frágil pájaro herido. Por esa razón es capaz de
arrojar su particular visión de la belleza al mundo.
Y no, no hay ningún tipo de
mitificación del fracaso; este no es hermoso ni bello, porque el fracaso no es bonito ni joven, afirma en Leyendo a Mar 20 años después, no hay
nada heroico en la derrota, nada que podamos ensalzar ni admirar, como hacen
los burgueses biempensantes sobre los outsiders.
En la derrota no hay belleza, sino dolor, nada que ensalzar, pero es esa
intensísima y humana empatía hacia el derrotado, ese querer arroparlo entre los
brazos y dejar sentir el calor de un cuerpo que acompaña a otro cuerpo lo que
hace la poesía de Eva Vaz tan profundamente humana.
Eva Vaz es una mujer que sufre, tal vez porque
es demasiado lucida, y la lucidez nos conduce a contemplar lo enormemente sórdido,
feo y vulgar que es este mundo. Y necesita de la amitriptilina para sobrevivir,
para adaptarse a una realidad que es hosca y brutal, porque el hombre, en
demasiadas ocasiones es despiadadamente brutal.
Y una vez más encontramos esa
referencia a la amitriptilina, a la muleta química, no como un signo de
malditismo, ni de marginalidad, sino de absoluta cotidianeidad. Es el recurso que un ser en exceso sensible
tiene para enfrentarse a un mundo que es cada día más gris. Y el sueño
autoinducido; Y que se haga de noche /
Que por fin llegue el sueño./Por fin. / Soñar./ Hoy. , se puede leer en Amitriptilina; porque Eva Vaz necesita
de esa desconexión de toda la brutalidad que el mundo impone, de toda la
vulgaridad que el mundo en sus transacciones diarias arroja, porque la necesita
para ser feliz, porque a pesar del dolor, la poeta es un ser que conoce la
felicidad, un gozo modesto del vivir rodeada de sus amigos, de la casa que les
presta y del pequeño coche de segunda mano que posee, porque nos encontramos
ante un extraño ángel que entre tanto dolor ha sabido encontrar el verdadero
sentido de la felicidad, la alegría en el despojamiento.
En la poesía contemporánea nos
encontramos con el fenómeno de la autoficción; no en vano Robert Langbaum
afirmaba que en un poema, no era importante que los hechos que se citaran en
ese pequeño juego de representaciones que es todo poema fuesen ciertos, sino
que existiese la ilusión de la
autobiografía, que pudiese hacer creer al lector que lo que sucedía en el poema
no era verdad, sino verosímil. Pero mucho me temo que en el espléndido Trabajo sucio, hay muy poco de
autoficción. Desborda el libro por su enorme honestidad, con un logrado tono de
confesión de quien se sienta a tu lado y te dice con toda franqueza qué es lo
que verdaderamente siente y como lo vivencia. Ese es el tono de este libro, el
de una amiga que te abre sin temor su corazón para hablarte de sus más íntimos
temores, sus miedos y también de sus flaquezas.
Uno de los poemas más logrados de
este Trabajo sucio, es la enorme
elegía al poeta Rafael Suárez Plácido,
donde nos encontramos con versos tan devastadores en los que Vaz nos abre a
tumba abierta su corazón: Entonces yo era
la única de nosotros / que quería haberse muerto o cuando nos habla del
peor de los miedos posibles que puede atenazar a un ser humano, el miedo a
vivir, que hace que desperdiciemos nuestras vidas: Y ya lo sabemos : lo peor no es / tener miedo a la muerte, / lo
verdaderamente horrible / es tener miedo a la vida.
Y todos aquellos que mueren,
especialmente los que lo hacen a una edad que no les correspondía, se quedan
para siempre en nuestros corazones, en nuestra memoria, incólumes,
completamente apartados de la derrota que el tiempo inflige a todos los que
seguimos viviendo, luchando con nuestras torpes armas, con las que cada cual ha
podido construir en el torpe aprendizaje que es a veces el vivir en este
extraño caos que hemos venido en llamar vida, por eso los amigos muertos están
a salvo de la mediocridad y Eva Vaz afirma: Los
amigos no mueren , /fallecen,/ y sois más fieles que los amigos vivos / porque
estáis intocados / por la mediocridad de la vida común.
Pocas veces tiene la suerte el
lector de encontrarse con un libro tan profundamente honesto como este Trabajo sucio de Eva Vaz, donde no hay
pose ni fingimiento, donde el dolor es real, pero a pesar de éste, eso no nos
impide gozar de la belleza del vivir, porque Eva Vaz, a pesar del sufrimiento y
de ser ese extraño ángel tan frágil, es un ser humano profundamente vitalista
con el que deberían de encontrarse en su último libro si es que les interesa la
gran poesía, la que nos acompañará a lo largo del devenir de nuestras vidas.
Comentarios
Publicar un comentario